miércoles, 7 de noviembre de 2012

CARTA DE D. DOMINGO PARDO MORENA

   Comienzo este humilde escrito agradeciendo a las Autoridades y paisanos en general por el homenaje que nos dieron con  motivo del Octavo Centenario de la Batalla de las Navas de Tolosa.


Me llamo Domingo Pardo Morena, nacido en Aldea del Rey, nuestro pueblo, hijo de José Antonio y de Tomasa la del “Tío Juanillo”.

Crecí al lado del Pilar, por todos conocido, criando lechugas, cebollas y acelgas, para venderlas por las calles del pueblo, oficio enseñado por mi padre y mi madre, así como otras labores del campo, hasta que marché para hacer el servicio militar a los 22 años, con destino a África, concretamente a Sidi-Ifni.

Después de licenciarme en el servicio militar, ingresé en la Policía Armada (hoy Policía Nacional), unos meses en la Academia, las prácticas en Madrid y destinado a Lérida donde estuve 34 meses hasta que me vine a Ciudad Real, pasando unos años.

Ascendía a Cabo (hoy Oficial de Policía) con destino forzoso a Eibar (San Sebastián), cuando el terrorismo era más virulento, durante los años 78 y 79.

Por salir de aquella parte de España, tan incómoda, y ser imposible regresar a la plantilla de procedencia, solicité traslado a una unidad antidisturbios con sede en Toledo, estando por un corto período de tiempo. Posteriormente cambié a otra unidad de la misma naturaleza, ubicada provisionalmente en Ciudad Real, durante 2 años, hasta que se la llevaron a Madrid. Se creó otra unidad de similares características, con base en Ciudad Real, por un período de 10 años, disolviéndose en diciembre del año 92. Con ello, a todos los miembros de dicha unidad, se nos dio preferencia para elegir nuevo destino. Así decidí permanecer en la plantilla de nuestra capital de provincia, hasta que pasé al régimen de Segunda Actividad, a los 55 años de edad, terminando el oficio de Policía, pero siguiendo ligado a la institución hasta culminar mi jubilación.

El trabajo de Policía Nacional, o de Guardia Civil, más o menos similares en el desempeño de sus funciones, no es tan cómodo como algunos piensan, sino que conlleva un alto sacrificio y responsabilidad. Esto sólo lo conocemos los que pertenecemos a dichos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Toda profesión tiene su propio sacrificio y responsabilidad, y no se puede criticar alegremente, pecando de su desconocimiento. Dentro de estas instituciones no es lo mismo estar en una plantilla más o menos cómoda que en una unidad antidisturbios, como ha sido mi caso, siempre fuera de casa, sin estar con la familia, con la maleta siempre preparada, recorriendo en furgonetas casi todas las capitales de provincia y algunos pueblos de España, para prestar servicios en eventos de variada naturaleza, con malos alojamientos, dietas ridículas, sin horarios, que sabías cuándo entrabas de servicio, pero no cuando terminabas, con períodos de días, semanas o meses completos, a distintos puntos del país donde se requería nuestra presencia.

No me gustaría extenderme mucho más ya que necesitaría varios folios para poder contar todas las anécdotas, ratos buenos, y otros no tan buenos, pero no es el caso porque, como ya he dicho anteriormente, algunos no lo comprenderían por desconocimiento de nuestra profesión.

Y no quisiera terminar sin mencionar a nuestras mujeres, especialmente la mía, que han sufrido en silencio el sacrificio de esta profesión, tanto y más que nosotros, siempre solas, criando a nuestros hijos, educándolos en valores y estudios, en unos tiempos donde nos tocó a los de mi generación la transición a la Democracia (años difíciles para ambos cuerpos de seguridad), e incluso cuidar de nuestros mayores.

Ya me despido, dando gracias al Cuerpo Nacional de Policía, que me acogió y me formó, sirviéndole fielmente y, a Dios, de no haber tenido ningún percance, ni haber sufrido enfermedad alguna y por haberme protegido de algunos peligros en esta etapa de mi vida.

Gracias a todos y recibid un cordial saludo de vuestro paisano.

 Domingo Pardo Morena.
 

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