"A los asistentes a una boda"
(Como un romance).
En coche grande y de hierro
muy sobrado de caballos,
ricamente guarnecido
y muy bien refrigerado,
a Benavente, en León,
caminan los calatravos.
Son muy pocos los viajeros,
sólo parientes cercanos,
que a celebrar una boda
habían sido citados.
Antes de nacer el día
ya engancharon los caballos.
Cuando bultos y viajeros
todos se han acomodado,
a una voz que da el cochero
los caballos arrancaron.
Pasaban pueblos y pueblos,
galopaban los caballos.
Caminos de dos jornadas
en horas lo van logrando,
y antes de que medie el día
en Madrid nos encontramos.
Paramos en un mesón,
que hay junto a un templo sagrado,
do esperan otros parientes
que allí han sido llegados.
Hay un frugal refrigerio
y una vez que hemos montado,
alguien da la voz de «en marcha»
y en marcha van los caballos.
Trotando cruzan Madrid,
en poco lo hemos cruzado.
A un impulso del cochero,
otra vez van galopando.
Por la sierra de Madrid
a todo galope entramos.
Pasamos pinos y pinos.
Junto a un pantano pasamos
y para dar un respiro
y descanso a los caballos,
en un cerrado pinar,
allí todos nos bajamos.
Sacaron ricas pretinas
que al punto las atacamos
y dimos cuenta de alguna,
no todo lo preparado.
Tomamos agua y frutas
y apoco de esto arrancamos.
Pasamos el Guadarrama.
Por Castilla galopamos.
Algún pequeño pinar,
algún serrijón pelado.
Algún par de cigüeñas,,
sobre un viejo campanario.
Las secas mieses de julio
cubren todo lo que andamos.
Por despoblados caminos
sólo ruedas y caballos.
Cruzamos con poca gente,
casi con nadie cruzamos.
Pasado ya de las seis,
a Benavente avistamos.
Hermosa vega la cerca
que enverdinecen los álamos,
y en el más alto horizonte
avistamos al palacio
del Conde de Benavente,
donde hemos sido invitados.
Fuimos allí recibidos,
y allí fuimos invitados
por la familia del novio
que allí estaban hospedados.
Tomamos agua muy fría,
otros tomaron helados.
Cambiamos ropas del viaje
por otras de mejor paño,
y a la hora convenida
como ya estaba acordado
a la casa de la novia,
juntos nos encaminamos.
Esperó a la puerta el novio,
y a la novia la sacaron
el padrino y la familia
que allí estaban aguardando.
Juntos fuimos a la Iglesia,
y juntos allí esperamos
que intercambiaran las arras
y allí fueron desposados.
Hubo plática o sermón,
que la dijo un ordenado
expresamente venido,
porque amigo era de ambos.
Sigue el Santo Sacrificio,
la Consagración, alzaron,...
De Benavente comulgan,
comulgan los calatravos.
Fina el Santo Sacrificio,
el templo desalojamos.
Calatravos, leoneses
formamos grupo compacto.
Y salidos de la iglesia
juntos nos encaminamos
a los palacios del Conde
donde éramos esperados.
Hallamos las mesas puestas.
Todo estaba aparejado.
En el comedor del Conde
pronto estuvimos sentados.
A los novios y padrinos
los han subido a un estrado
a presidir el banquete
con que somos obsequiados.
Las mesas están repletas
de viandas y de invitados.
Buenos vinos de Rioja,
recios vinos castellanos.
Y con las viandas y el vino,
mientras los vamos mezclando
calatravos, leoneses,...
van entablando diálogo.
Por las amplias cristaleras
el día se va alejando.
El tiempo pasa deprisa,
la luz que el día se llevó
deja más íntimo el marco.
Con toda fuerza relumbran
lámparas y candelabros,
que dan luz a los claveles
blancos, bermejos y gualdos.
Llegan los dulces, licores
y vinos achampañados.
Alguna copa se vierte.
muchos vivas coreados.
Y la voz de Luís María
que anima a los calatravos.
Pasada la media noche,
los novios se han levantado,
a todos dicen adiós,
a todos han saludado.
Se van a sus aposentos
a disfrutar lo esperado.
Al despedir a los novios
hemos todos levantado
nuestra copa de champaña
y, juntos, hemos brindado.
Salimos del comedor,
en un patio del castillo
bellamente ajardinado,
empiezan las despedidas
de León y Calatravos.
Ya, recobradas las fuerzas,
los adioses terminados,
por una cuesta muy pina,
nos salimos del palacio.
A la puerta está el cochero,
los caballos enganchados.
Una vez que hemos subido,
y los bultos colocados,
a la voz de «en marcha»
en marcha…
Por caminos de León,
pasada la media noche,
a Castilla galopamos.
Fdo. D. Valentín Villalón
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