El poema que esta semana don Valentín nos ofrece, no sólo está dedicado a lo que constituye todo un marchamo del paisaje manchego; hace, al mismo tiempo, una valiosa y veraz reflexión de las almas que, ante las agresiones del entorno, no encuentra más opción que cubrirse de espinas defensoras… Como la rosa, que protege su belleza con una égida de espinas.
Sigamos disfrutando de tan bellos poemas.
Las zarzas del camino.
Sigamos disfrutando de tan bellos poemas.
Las zarzas del camino.
Al borde del camino
marchitas, maltratadas,
tiznadas por el fuego,
que sus ramas quemara.
Sin ninguna defensa,
solas crecen las zarzas.
Como niños mendigos
a quien nadie cuidara.
Todas llenas de espinas
como las almas malas.
Sin ningún jardinero.
¡Solas... abandonadas!
Anduvieron errantes
por zonas despobladas
y, por eso, dolidas
de ser tan maltratadas
se cubrieron de espinas
porque no las pisaran.
Andando en mis paseos,
las veo tan desoladas...
no dan sombra, ni fruto
ni dan nada de nada.
¿Acaso no las quieran
porque no tienen nada?
Al borde del camino,
solas… abandonadas,
en la tierra de nadie,
junto al duro camino
creciendo lentamente,
¡van dejando sus almas!
VALENTÍN VILLALÓN
Ilustración de Feliciano Moya.
El jardinero de las nubes
http://eljardinerodelasnubes.blogspot.com/