viernes, 3 de octubre de 2008

"Aldeanos por el Mundo": En Florencia


En Florencia, hace años, vi a un hombre que se le parecía. Nos encontrábamos en el interior de la iglesia de la Santa Croce, yo contemplando unciosamente el sepulcro de Galileo, y lo vi pasar. No podía ser él, porque Aldea estaba muy lejos y sabía que ya no pertenecía a este mundo. Me intrigaba su presencia, y decidí ir tras aquel hombre durante un rato.
Salimos a la plaza barrida por las ráfagas del otoño. Yo acusaba los mismos síntomas que esta tarde: tosía hasta echar los bofes, me recorrían el cuerpo inoportunos escalofríos y la frente me ardía de fiebre.
Pasamos al lado de los Ufizzi y desembocamos en la plaza de la Signoria. La presencia se paró un rato en la parte oriental, junto a la fuente de Neptuno; luego enfiló la arcada donde está la estatua del rapto de las Sabinas y seguidamente tiró hacia el puente Vecchio, donde nos sorprendió el atardecer de la Toscana, tiñendo de oro y rosa las aguas del río Arno.
Los joyeros encendieron las luces de sus mostradores, la multitud empezó a crecer y perdí de vista al que llevaba siguiendo desde hacía casi una hora.
Se parecía enormemente a don Juan Bautista Ciudad Solana, sacerdote y uno de los hombres que más he admirado en Aldea del Rey. Los dos nos tirábamos nuestros buenos pulsos con la Biblia; él la conocía muy bien.
Y el hombre de Florencia llevaba un sombrero hongo parecido al que don Juan solía utilizar.
Lo cierto es que fue hermoso recordarle en la bella ciudad de Florencia, en un atardecer otoñal tan frío y hermoso como éste.

El jardinero de las nubes.

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