miércoles, 12 de agosto de 2009

CICLO POÉTICO "FRANCISCA BENÍTEZ": AL MAR‏

En estas fechas vacacionales en que nos encontramos, comienza la diáspora a playas y sitios de veraneo. Hoy parece tan sencillo…
En tiempos de antaño las economías y las comunicaciones no atravesaban sus mejores momentos. ¡Cuántos de nuestros paisanos se fueron al otro mundo sin llegar a haber visto el mar! ¡Cuántos no supieron lo que eran las vacaciones y su horizonte no traspasó la capital de provincia o el entonces lejanísimo Madrid!
De todo esto, la inocente ingenuidad de Francisca Benítez cuando visitó el pueblo cántabro de Noja y allí se topó por primera vez con la vista del mar…
Me cabe la satisfacción, añorada poetisa, de haber besado innumerables veces las mismas aguas que tú besaste, en aquella mágica tierra de Cantabria.

AL MAR

Nunca había visto el mar
¡y me dio tanta alegría!
cuando me dijo mi primo
que a ver el mar con él iría.

Salimos de Madrid
a las diez de la mañana,
con doscientos treinta niños
a toque de pito y de campana.

Una colonia infantil
que casi todos los años,
la Parroquia de los Jerónimos
los lleva a Noja invitados.

Me gustó mucho aquel viaje
que felizmente lo hicimos,
por entre enormes montañas
de verde follaje y sus altos pinos.

Yo estaba impaciente
el viaje se me hacía largo,
preguntaba y preguntaba,
¿dónde está ese mar tan deseado?

Por fin llegamos a Noja,
cenamos y descansamos,
por la mañana a la playa
todos iban desfilando.

¡Qué bello y lindo paisaje
a mi vista se ofrecía!
El mar, ¡éste es el mar!
y entré por la orilla…

Allí quedé embelesada
descalza en el agua, aturdida…
vi las gaviotas que iban y venían
y un barco velero en la lejanía.

Ya no miraba el agua
pues sólo miraba al cielo,
donde mora lo grande
donde mora lo eterno…

Y dije para mí entonces,
¡qué grande eres mi Dios!
que hiciste un mar tan inmenso.

Aquí se refleja el arte
¡oh alfarero divino!
de un escultor que cincela
y permanece escondido…

Otra vez salimos por la tarde
y ya un poco agobiados,
nos fuimos a descansar
a un enorme acantilado.

¿Y qué hacer allí?
Rezamos el rosario,
y que bien se reza
sin ruidos mundanos,
como anacoretas en solitario…

Cinco días pasamos
recibiendo esa brisa,
y al partir besé el agua
con un triste adiós y una sonrisa…

FRANCISCA BENÍTEZ.


El jardinero de las nubes.
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