INVIERNO
Por estos caminillos,
estrechos de mi patria,
solo voy caminando,
con mi alma sonámbula.
Y por estos senderos
van llegando a mi alma
extraños inmigrantes
que se acercan,
y que en el fondo
de mi alma, acampan.
Así siento latir
dentro de mí,
como parte integrante
de mi alma,
la tristeza otoñal
de los olivos,
el cilicio milenario
de las zarzas.
El alegre recuerdo
de las yuntas
cuando al término feliz
de la jornada,
entre el ruido de voces
y cencerras,
al pueblo se acercaban.
El patético relincho
de la yegua,
que a la cría no ve
y la reclama.
El paso ligero
de los burros
con sus cargas
de encinas y de jaras.
El monótono
sonido de la esquila
que se oye vibrar
en lontananza.
El sol se va despacio…
por su senda.
Las sombras de los cerros
se agigantan.
El camino serpentea
hacia los altos,
hay tomillos,
jarales y retamas.
La niebla…
de los cerros baja,
con su manto
a todos nos arropa,
y nos hermana.
Yo en este camino
paseando solo,
la tristeza varada
en mi garganta.
Hermano del pastor
y de la oveja.
Hermano del camino
y de las zarzas.
D. Valentín Villalón
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