Con las fiestas recién acabadas, se restablece el ciclo de la vida aldeana. La tierra, con tanta carga de frutos, espera las últimas labores antes de la llegada del otoño. Cuando pasa el Cristo, se da por finalizada la siesta veraniega. ¿Es un comienzo o un final? Es sencillamente la vida que transcurre en una sucesión de tardes iluminadas por la nostalgia o la melancolía.
Un poeta de la talla de don Valentín no podía dejar de plasmar en verso estas impresiones, que no constituyen sino una definición de la propia vida.
PASAN, PASAN LAS TARDES.
Un poeta de la talla de don Valentín no podía dejar de plasmar en verso estas impresiones, que no constituyen sino una definición de la propia vida.
PASAN, PASAN LAS TARDES.
Pasan, pasan las tardes
indolentes y torpes.
Su cansancio continuo
nos abruma y nos mece
en antiguos recuerdos.
Y nuestro cuerpo pobre,
va perdiendo la lucha
que el tiempo le plantea
al tic-tac monocorde.
Pasan, pasan las tardes.
Vaporoso el recuerdo
tupido manto corre
a los hechos pasados.
Pasan, pasan las tardes
indolentes y torpes,
y en su lento camino
por su vago horizonte
difusas sombras deja
vaporosas y pobres.
VALENTÍN VILLALÓN
Ilustración: “Rincón de carros”, de Feliciano Moya.
Blog de Poemas de D. Valentín Villalón
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El jardinero de las nubes.
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