lunes, 30 de marzo de 2009

MI OPINIÓN SOBRE EL ABORTO


Quiero dejar claro que nunca impuse (ni siquiera a mis seres más cercanos) mis ideas y mis sentimientos. Y también diré con voz muy alta que mis sentimientos cristianos no se han acrisolado en el seno del catolicismo, sino en medio de la mayor soledad. No diré que la soledad me haya sido nociva, pues como decía el artista florentino Miguel Ángel Buonarroti: “Jamás estoy menos solo que cuando estoy solo”… Todo esto es sacado a colación para dejar claro que lo que voy a declarar ha surgido de mis reflexiones personales y no me ha venido impuesto por nadie.
Siempre creeré que mis padres cometieron un error al traerme al mundo. Hubo un tiempo en que mis oraciones nocturnas terminaban con el deseo de que Dios me librara de la agonía de vivir. Mi vida fue un fracaso y una frustración; mi vida se desmoronó por la ausencia de una vida ajena y una serie de circunstancias tristes. A pesar del sufrimiento que la vida me deparó, jamás se me pasó por las mientes formular el menor reproche a mis padres por haberme concedido la oportunidad de vivir. Sentía entonces que se hacían míos los clamores de Job: “Perezca el día en que yo nací, y la noche en que se dijo: Ha sido concebido un hombre” (Job 3, 3); “¿Por qué no morí yo en la matriz, o expiré al salir del vientre? ¿Por qué me acogió un regazo y unos pechos me dieron de mamar? Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; dormiría, y entonces tendría descanso, con los reyes y con los consejeros de la tierra, que reedifican para sí ruinas; o con los príncipes que poseían el oro, que llenaban de plata sus casas. O no existiría como un aborto ignorado, como los pequeñitos que nunca vieron la luz. Allí los impíos dejan de perturbar, y allí descansan los de agotadas fuerzas” (Job 3, 11-17).
Yo no sabía cómo seguir viviendo, y me acogí a Dios, pues está escrito: “Me enseñarás la senda de la vida” (Sal 16, 11). Y precisamente aprendí que no hay vida que no sea preciosa a los ojos de Dios, incluida la mía propia.
El instinto de conservación nos conduce a amar y a velar por nuestra propia vida. Está escrito que el Espíritu de Dios da la vida, pues la carne en sí no vale para nada (Jn 6, 63). Es decir, si en toda vida alienta el Espíritu de Dios, el llamado soplo divino, y yo amo realmente a Dios, ¿no entra dentro de mi sentimiento cristiano intentar amar y respetar las vidas ajenas a la mía?
Los científicos afirman que el germen de la vida se establece cuando el gameto masculino se une al gameto femenino y forman el huevo o cigoto. Vida es tanto al principio como al final. Si he de sentir amor por esa vida, lo he de sentir tanto al principio como al final de la misma, independientemente de las circunstancias que la rodeen.
A un ser que se está gestando se le ha de presuponer toda inocencia, y Dios dejó dicho: “No quites la vida al inocente” (Éx 23, 7). ¿Qué delito ha cometido un ser inocente, si bien inconsciente, para que se le niegue la vida y la consciencia? Toda vida tiene derecho a prosperar y a beneficiarse de ser amada. Dios define la presencia de los hijos como una bendición: “Una herencia de Dios son los hijos, una recompensa el fruto de las entrañas” (Sal 127, 3). También está escrito: “Dichoso el hombre que llenó su aljaba de hijos” (Sal 127, 5).
En la Biblia se compara el aborto como una ocasión de gran tristeza. Por ejemplo, cuando el profeta Oseas denuncia con amargura la infidelidad de Israel para con Dios, recurre a esta terrible maldición: “Dales, Dios… ¿qué les darás? ¡Dales seno que aborte y pechos secos!” (Os 9, 14). Yo no he oído jamás de nadie que se haya sentido alegre por haber abortado voluntaria o involuntariamente. También sé que no hay dolor peor para una madre que afrontar la muerte de un hijo. La Virgen María nos dio un ejemplo elocuente al ver expirar a su Hijo en la Cruz, en quizás el pasaje bíblico que más me ha conmovido de todos: Jn 19, 25-27. Asimismo conozco casos de madres con hijos enfermos que se aferran con devoción a las vidas de éstos…, madres a las que en algunos momentos han cuestionado el mantenimiento de las vidas de sus hijos como la mejor opción a seguir…, madres que han apostado por la vida de sus hijos en contraposición al sufrimiento de ellas mismas.
Seamos drásticos y vayamos al peor de los casos: una joven objeto de violación que queda encinta a consecuencia de esto, ¿no le asiste el derecho de abortar? Puedo entender que no ame al fruto de su violación, pero también puedo entender que hay padres que no logran concebir hijos y verían el bebé de la joven violada como una bendición de los cielos. Como quiera que en las dos posibles alternativas (aborto o parto), la joven violada se ha de enfrentar al paso por el quirófano, ¿qué perdería con entregar en adopción el fruto de sus entrañas? Jesús también usó la comparación de los perrillos que se alimentan de las migajas que caen de la mesa de los hijos (Mc 7, 24-30).
A veces concebir un hijo no deseado puede ser una vergüenza de cara a la sociedad. Muchas veces presumimos de liberales y progresistas. Un liberal se caracteriza, entre otras cosas, por no temer los juicios de la sociedad. Si no se desea la responsabilidad de criar un hijo no deseado, ¿por qué no transferir dicha responsabilidad a unos padres adoptivos que sí deseen criarlo? ¿Acaso es más importante el juicio de la sociedad que el respeto por la vida ajena?
Luego se da el caso de que muchos de los que defienden el aborto tienen hijos, y los aman. Esgrimiendo la noción del respeto por la vida, ¿vale acaso más lo que se tiene que lo que se puede tener y que subyace en el vientre de una madre?
Tales son mis pensamientos referentes a este tan traído y llevado asunto del aborto. Nacen de mis sentimientos cristianos, y yo a nadie le impongo que los compartan. Que nadie me imponga, pues, faltar a mi respeto por las vidas de seres inocentes.
El jardinero de las nubes.
http://eljardinerodelasnubes.blogspot.com/

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevas razon Jardinero,y con la experiencia que tengo en mi vida ,puedo decirte que ser madre es lo mas bonito que a una mujer le puede ocurrir,y ademas hablo desde lo personal ,desde el momento que concives un hijo lo quieres y estas rezando por el.ademas ¿hay algo mas bonito que una madre amamantando a su hijo? yo creo que no.Gracias Jardinero una vez mas

 

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